23 agosto 2014

El Atlético de Madrid, un supercampeón con mayúsculas

Redactado por David Gómez (@DavidGmez99)

Se avecinaba una noche inolvidable a orillas del Manzanares. El Paseo de los Melancólicos, inundado por una marea de fieles rojiblancos que desfilaban hacia su templo en busca del primer título de la temporada. Una Supercopa de España que el Atlético no conquistaba desde 1985, un trofeo que suponía la venganza de la tragedia de Lisboa. El rival, su verdugo en aquella final fatídica de la Champions, el Real Madrid. El destino, tan cruel como caprichoso, le otorgaba a los pupilos de Diego Pablo Simeone la oportunidad de curar gran parte de sus heridas. El resultado en la ida invitaba al optimismo. El tanto de Raúl García al borde del descuento permitia a los colchoneros empatar en el Estadio Santiago Bernabéu, y llegar con una ligera ventaja al feudo del Vicente Calderón.



Era el debut de los nuevos en casa, los que vinieron a sustituir a aquellos que dejaron una huella imborrable estos años atrás. Regresaban también los que amagaron con marcharse, pero se quedaron. Y volvían también los que nunca amenazaron con irse. En definitiva, volvían los guerreros del 'Cholo'. Y enfrente, un Real Madrid poderoso, como siempre, pero dubitativo. Tan dubitativo como Carlo Ancelotti, quien tomó la primera decisión polémica descartando a Ángel Di María para el encuentro. 'Carletto', quien afirmó que no lo necesitaba, seguro que se arrepentiría por dentro de su decisión. Esperemos que no lo añore durante toda la temporada. No eran pocos los quebraderos de cabeza del italiano. La rodilla de Cristiano Ronaldo, la presencia de Iker Casillas en la portería, el trivote Kroos-Alonso-Modric, James Rodríguez, la falta de un '9' de referencia... Y entre tanto cuento de la lechera, el Atlético asestó una bofetada real a su vecino con una lección de coraje, casta e intensidad.
Salieron los rojiblancos a morir en el campo, a jugar cada partido como si fuera el último, fieles al lema del 'Cholismo'. Frente a Simeone, no cuentan las suposiciones. Y el Atlético de Madrid, un equipo hecho y de hechos, se comió a los blancos. Desde el saque inicial, hasta el pitido final. Varane y Sergio Ramos, descolocados y desorientados, fueron incapaces de ganar las dos prologaciones de Mandzukic y Griezmann en el tanto del croata. Moyá, cuyo juego con los pies es envidiable para un arquero, buscó el balón largo para Mario. Prolongación para Antoine, devolución del francés y disparo cruzado con la diestra de 'Mandzu' inapelable para Casillas. El Calderón patas arriba y el Atlético por delante en el marcador. Un cuarto de hora memorable de los rojiblancos que no hacía más que espantar fantasmas pasados. Que si 15 años sin ganar un derbi en el Calderón, que si nunca ganarían a Casillas, la maldición de la Copa de Europa... El Atleti espantó todos y cada uno de esos fantasmas. Y eso que el Real Madrid tuvo ciertas fases de juego un tanto buenas, encontrando en James Rodríguez las mejores ocasiones. Moyá y la falta de acierto del colombiano impidieron igualar la final.
A pesar de ello, el Atlético se sentía cómodo y seguro. Alentado por su incansable hinchada y por Simeone desde la grada (una expulsión que traerá cola y una fuerte sanción para el preparador argentino), el conjunto local mantenía su mínima ventaja en el marcador. Consciente de que lo ofrecido en el campo no le bastaba, Ancelotti buscó soluciones. La primera, sacar a un Cristiano entre algodones por Toni Kroos, quien a pesar de no tener su día, daba equilibrio al equipo madridista. Con la marcha del alemán, el partido se convirtió en un intercambio de golpes, en el que siempre ganaba el Atlético de Madrid. Tiago no necesitó ni 90 minutos para volver a ganarse a la gente con un partido memorable. Raúl García, quien rozó el gol en un par de ocasiones, volvió a salir vitoreado del estadio. Griezmann, quien todavía está algo bajo de forma, empezó a demostrar su capacidad de desequilibrio y su excelente toma de decisiones. Ni que decir de Mandzukic. No es Diego Costa, pero su instinto de gol permanece intacto, y su trabajo y capacidad de asociación es encomiable. Los tres salieron ovacionados del Manzanares. El Madrid no llegaba, y Ancelotti remató su horrible planteamiento sustituyendo a James por un Isco desaparecido. Como Bale, como Benzema... Sin equilibrio atrás y sin dinamita arriba. Pero 'Carletto' dijo que no necesitaba a Di María. Para rematar la faena, Luka Modric terminó expulsado por doble amarilla, retractando al medio del campo del Real Madrid, con un Xabi muy lejos de lo que fue. Aún así, Sergio Ramos amenazó con revivir el espíritu de la Champions con un centro desde la derecha de un gran Carvajal en el minuto 92, pero no llegó a rematar el balón. Los delirios de grandeza se caían por completo. Adiós al 'sextete', bienvenidos a la cruda realidad. La Supercopa de España es del Atlético de Madrid, un supercampeón con mayúsculas.

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