Ayer en San Mamés vivímos una nueva hazaña del Athletic. Los afortunados que estuvimos allí presenciamos un partido épico. No solo por la gran victoria del club, sino también porque estrenábamos campo. Un estadio que a día de hoy, y tras la lección de afición y fútbol que hubo ayer, ya es la envidia de toda Europa. Los casi 52.000 aficionados que estábamos allí nos dejamos la garganta y el corazón para empujar a nuestro equipo a la fase de grupos de la Champions League, competición mas prestigiosa del mundo de los clubs.
Tras la ida en San Paolo que acabó 1-1 con goles de Higuain para el Nápoles y Muniain para el Athletic, San Mamés tenía que ser determinante, y eso, en Bilbao, lo teníamos muy claro. Las calles se engalonaron de banderas, y todos los Athleticsalez se enfundaron su camiseta, rojiblanca o con los colores de la ikurriña, y su bufanda. Antes de llegar al campo la primera parada era pozas, tomar una caña con los amigos, disfrutar del ambiente... Algo increíble. Cuando llegó la hora de la verdad, y los jugadores saltaron al terreno de juego, comenzó sonando el himno del Athletic, respaldado por 52.000 voces que gritaban como nunca antes lo habían hecho. Ahí les metimos el primer "gol" a los napolitanos, donde se acojonaron, perdón por la expresión, y podíamos ver incluso como les temblaban las piernas. Seguido, sonó el himno de la Champions, tan esperado en Bilbao. Todo el mundo sacaba el móvil para poder grabar e inmortalizar el momento.
Al igual que en el partido de ida, los locales tuvieron el juego controlado en toda la primera parte. Los azzurri´s no llegaron al área de Gorka en los primeros 45 minutos, en cambio, los leones tuvieron un par o tres de ocasiones casi cantadas, sobre todo creando peligro en los saques de esquina, como viene siendo costumbre. Laporte y el capitán Gurpegui son un peligro aéreo en toda regla, al igual que Aduriz, San José etc... A pesar de esto, el gol no llegó en los minutos del primer tiempo, donde vimos un Athletic con posesión de esférico, un Nápoles encerrado sin saber que hacer, y pocas ocasiones. Extrañó un poco este planteamiento de Rafa Benítez, pues el club de Ernesto Valverde se clasificaba con el 0-0, y los celestes necesitaban anotar para poder pasar a la fase de grupos. Por otro lado, el Txingurri Valverde demostró una vez mas tener un carácter y un valor propio de Bilbao, saliendo al partido a ganar desde el primer minuto, intentando marcar el gol que redujese las oportunidades de sus rivales.
Llegamos al intermedio, y con el intermedio al segundo tiempo. Sin tiempo ni siquiera de situarse en el campo, Hamsik cazó un balón fuera del área. Sin pegar un patadón, ajustó al palo izquierdo de Gorka y marcó un golazo. Las cosas se le complicaban a los rojiblancos. Pero si por algo se caracteriza este club es por su forma de luchar hasta el final, de no rendirse, de pelearlo todo, su garra, y además hacerlo con un juego digno de ver. En el minuto 56 Rafa Benítez metía un defensa mas dando entrada a Britos. Valverde decidió contrarrestar esto con la entrada de Ibai Gómez por Beñat. La estrategia le salió mal al entrenador del equipo italiano, pues en un córner, Aduriz cazó un balón en el área, controló y chutó con su pierna derecha. Empate en la Catedral. Locura total. Unos minutos después, Albiol y Rafael tuvieron una indecisión, y Aduriz, que andaba por allí, fue mas listo que ellos, por algo le llaman el Zorro. Robó el cuero, se fue y marcó a puerta vacía. El Athletic por delante, de nuevo, locura total. Benitez deseperado, metió a Insigne por Hamsik. Valverde, que es un valiente, metió al canterano Unai López, de 18 años, por Susaeta. Pues bueno, la decisión del míster fue tremenda. 2 minutos después de saltar al campo el chaval, asistencia a Ibai que coge el balón y marca el 3-1 definitivo. Imaginaos como estaba aquello.
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