31 agosto 2014

El campeón sufre y se aferra a su fortín

Redactado por David Gómez (@DavidGmez99)

Se presentaba otra noche de fiesta en el Estadio Vicente Calderón. 45.000 espectadores daban un hermoso colorido a las tribunas del estadio del Manzanares, y un hermoso trofeo, decorado con cintas rojas y blancas, esperaba en el palco de honor junto al presidente de la RFEF, Ángel María Villar. Diez huecos conmemorativos para cada una de las Ligas logradas por el Atlético de Madrid, y la última esperaba allí arriba, esperando tocar el cielo de la capital española. 'De Madrid al cielo', que dirían los amantes de los tópicos. Así pues, todo estaba preparado para que el Atlético se coronara oficialmente, 105 días después de su conquista en el Camp Nou de Barcelona, como campeón de Liga. Un homenaje extraño, bastante frío y desorganizado, todo sea dicho, puesto que el vencedor de nuestra competición doméstica la pasada temporada tuvo un reconocimiento muy pobre, sin que ni siquiera pudiera celebrarlo con una vuelta de honor para ofrecer el título a toda la hinchada. Dicha vuelta sería al final del partido (sin previo aviso del club) y con medio Calderón vacío. De todo menos un baño de gloria.
 
Pero volvamos al principio. Subieron los tres capitanes del Atlético a por el trofeo. Gabi lo alzó al cielo, Godín lo bajo al césped y Raúl García lo colocó en el hueco donde perdurará hasta la eternidad. Y mientras tanto, el Eibar, haciendo el pasillo al campeón de una Liga en la que ni siquiera participó y a un equipo donde la mitad de los héroes de esa conquista no estaban allí. Algunos se hallaban marcando goles, otros congelándose en la amargura del banquillo. Un clima abstracto, extraño, que se notaría al inicio del partido. 'Adelante campeón' rezaba el tifo de la hinchada rojiblanca. Sin embargo, el pasillo que el Eibar realizó en la previa al partido se quedó ahí, en un homenaje en las vísperas. Gaizka Garitano prometió guerra, quizás de manera literal, pero lo que el Atlético se encontró no fue un equipo violento, sino un fiel reflejo de ellos mismos. Un Eibar intenso, agresivo en la presión y solidario en las ayudas. Solo existió una diferencia entre el mejor Atleti de Simeone y el conjunto armero: el balón parado. Un pequeño matiz, que acabaría por decidir el partido. Las pequeñas cosas son las que hacen los grandes momentos. Del partido a partido a la conquista de la Liga. Y fue en ese pequeño matiz, donde el Atlético encontró la forma de lastimar al equipo armero. Corría el minuto 11 de encuentro cuando Koke puso un córner al primer palo que remató Miranda libre de marca. De nuevo 'Mirandazo', y ya van once con la rojiblanca. Sin saber cómo ni por qué, el Atlético ya mandaba en el marcador.
 
 
Vuelta a empezar para los de Garitano, que intentaban mandar en el juego y acorralar a un Atlético espeso, aunque en el arranque se veía a aquel equipo reconocible que aun replegado atrás, controlaba los tiempos del partido a su antojo. El gol de Mandzukic tras una falta botada por Gabi volvía a reflejar la cruda realidad para los vascos. El Atleti te mata, y si es a balón parado, todavía más. 'Mandzu' mostró al Calderón sus virtudes por el juego aéreo. Sin hacer mucho ruído, el croata ya lleva dos goles. Pasito a pasito, partido a partido. Sin embargo, el Eibar haría de todo menos desistir. Los de Garitano siguieron mandando, a pesar de no encontrar el resquicio para perforar la portería de Moyá. Lo lograrían en el minuto 33, cuando Ángel filtró un pase a Arruabarrena, quien la dejó de tacón para que Abraham la colocara en las telarañas. Golazo del Eibar y 2-1. Los armeros no habían dicho la última palabra. Más bien, habían comenzado a hablar.
 
La segunda parte sumergiría al Calderón en un estado de nervios y desesperación constante. Ni rastro de aquel equipo campeón de Liga la pasada temporada. Mal en la presió, mal en el repliegue, los de Simeone decidieron echarse atrás. Y casi lo pagan caro. Mario Suárez demostró que su nivel está muy lejos de lo que necesita el Atlético en la medular. Tiago es una galaxia inalcanzable para el de Alcobendas ahora mismo. Aunque siendo justos, Gabi y Koke desaparecieron por completo del panorama. Mérito de Javi Lara y Arruabarrena, que los anularon por completo. Así, el Atlético no conseguía hilar dos pases seguidos, mientras el Eibar llegaba con peligro a la portería defendida por Moyá. El mallorquín, como todo su equipo, comenzó a dudar, y en dos balones aéreos a punto estuvo de pagarlo caro. Los cambios del 'Cholo', quien sufría desde la grada, no hacían más que reflejar a la directiva que con lo que tiene no es suficiente. Al menos, para pelear una Liga contra los gigantes Real Madrid y Barcelona. Casi ni siquiera valía para superar a un valiente Eibar, que en el minuto 87 y tras un error garrafal de Godín, tuvo en las botas de Ángel el empate a dos. Siqueira, providencial, estorbó al ariete armero para que mandara el balón fuera. El Calderón respiró, el Atlético ganó y se aferró a su fortín. El Eibar puede estar contento. Hizo sufrir al campeón.
 
 
 
 
 

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